martes, 12 de septiembre de 2017

LOS PRIMEROS DÍAS EN LA ESCUELA INFANTIL

Es la primera vez que se enfrenta a un lugar desconocido y lleno de extraños. Está angustiado y sus padres también. En un solo día pasará del confortable hogar que conoce a la perfección, a un mundo totalmente nuevo. En vuestras manos está ayudarle a adaptarse a la nueva situación. Tarde o temprano tenía que llegar así que, ante todo, mucha calma.

* Vuestro hijo ha crecido en un lugar concreto y con unas personas que conoce a la perfección. La escuela es todo lo contrario. Es un lugar desconocido y lleno de extraños. Podría decirse que para vuestro hijo es un cambio radical: ha pasado de la seguridad del hogar a la inseguridad que le provoca aquel lugar desconocido. Y, por si fuera poco, debe quedarse allí mientras vosotros os marchais. Él no puede explicar como se siente con palabras. Sin embargo, nos da pistas a través del día a día (comer, dormir...).

* Vuestro comportamiento será decisivo. Los padres suelen estar hechos un flan ante el primer día de escuela. Al sentimiento de culpa que suelen albergar, en especial las madres, por dejarlos allí, hay que sumar una ristra de miedos y temores a cómo reaccionará y la arraigada idea de que nadie se ocupará tan bien del pequeño como sus progenitores. De hecho, es muy frecuente ver lágrimas –adultas– en la entrada de las escuelas infantiles los primeros días. 
El primer día, debéis procurar no mostraros angustiados. Tenéis que despediros con naturalidad, sin hacer caso de los posibles lloros. Los días siguientes, debéis mostrar la misma actitud tranquila del primer día, manteniendo una estrecha relación con la maestra, que os informará sobre los avances y dificultades del niño. Recordad que vuestro hijo es un gran observador, y si os ve mal, u os vais con pena, le estáis trasmitiendo vuestro miedo y éste será más persistente, así que delegad la tarea de llevarlo los primeros días en el miembro de la pareja que esté menos angustiado.


* Llegado el gran día nada de prisas mañaneras, conviene hacerlo todo, vestirse, desayunar, ir a la escuela, con calma, para no añadir a la situación conflictos innecesarios. Lo mejor: dejarlo todo preparado la noche anterior.

Y una vez allí, no os marchéis a hurtadillas, despedíos siempre de él, que sepa que os marcháis, porque si no puede asustarse y sentirse abandonado, aunque sin alargar tampoco demasiado el momento. Dadle un beso y un abrazo con una gran sonrisa, decidle cuándo volveréis y deseadle un buen día y, aunque llore y se enfade salid de la clase. Probablemente se le pasará el llanto muy rápido y enseguida empezará a jugar con los otros niños. Ni se os ocurra quedaros con él tratando de consolarle o volver a los cinco minutos a ver si le ha pasado el berrinche.

* Por mucho que retrasemos el inicio de la escolarización, no vamos a evitar que el niño pase por este momento. El adaptarse a otros lugares y otras personas es algo que, como seres humanos, tendremos que hacer durante toda nuestra vida y siempre tendrá que haber una primera vez, aunque ésta sea la más dura.

* Como padres y madres, tenéis un papel muy importante en la adaptación de vuestro hijo. Debéis intentar no sentiros culpables por dejar a vuestro hijo en la escuela y pensar positivamente, sin angustia. Sólo así le ayudaréis a sentirse cada vez  más seguro.



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