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miércoles, 29 de abril de 2020

martes, 28 de abril de 2020

LOS CASTIGOS

Hay quien cree que para ser buen padre no se debe castigar a los hijos, pero lo cierto es que los castigos son un buen recurso para establecer límites. Es necesario saber aplicarlos adecuadamente, porque si no su efecto podría ser el contrario del que pretendemos.

No obstante, los castigos por sí solos no sirven para educar; son una estrategia más, pero deben acompañarse de acciones como ignorar conductas no deseadas (no debe existir contacto físico, verbal ni visual); reforzar las conductas positivas del niño por insignificantes que parezcan y, sobre todo, dialogar con él explicándole de antemano las consecuencias de sus acciones.
No es  necesario extenderse mucho con las explicaciones, sobre todo con niños menores de siete años, pero sí es importante que sepa qué ocurre si hace tal o cual cosa. Esto le transmite seguridad y estabilidad en su desarrollo emocional y comportamental. De algún modo le enseñamos que él es responsable de sus acciones.

Respecto a la edad, en general se puede aplicar castigos a partir de los dos o tres años, cuando los pueden comprender. Eso sí, cuanto más pequeño es el niño menos debe durar un castigo.

Silla de pensar

Las normas básicas para aplicar castigos de forma adecuada son:

* Inmediatez. Los castigos tienen que aplicarse de forma inmediata a la conducta indeseable. Cuanto más tiempo pase, menos efecto tendrá, puesto que ya la cabeza del niño está en otras cosas y no va a entenderlo.

* Proporcionalidad. El castigo ha de ser proporcional a la falta. No vale de nada aplicar castigos intensos o muy prolongados en el tiempo porque el niño puede habituarse y entonces perderán eficacia.

* Especificidad. Debemos concretar el tiempo del castigo ("cuando pase X tiempo puedes volver a jugar") y si hay alguna conducta que debe hacer  para revertir el castigo ("vas a limpiar la mesa de las pinturas que has tirado y luego podremos volver a jugar").

* Lógica y duración. El castigo debe ser lógico y relacionarse con el incidente. Por ejemplo, si ha pintado la pared, el castigo podría ser limpiarla. Respecto a la duración, si establecemos un tiempo para el castigo (una tarde sin televisión), debemos ser firmes y cumplir el plazo; de lo contrario, el niño interpretará que el castigo no sirve para nada puesto que al final se lo levantarán.

* Realismo. Debemos asegurarnos que el castigo no supone un premio para el niño. Si para castigar le enviamos a su cuarto, donde tiene sus juguetes, el tiempo de castigo se convierte en un tiempo de juego.

lunes, 27 de abril de 2020