En nuestra mano está el hacer que nuestro hijo no tenga miedo a ir al dentista si ha ido desde pequeño. Tenemos un reto: el convertir el cuidado de los dientes en algo divertido.
Podemos transformar la higiene bucal en un juego con unos pequeños trucos:
_ Cepillarnos en familia
_ Elegir el cepillo que más le guste
_ Hacerle cosquillas en la lengua
Así enseguida lo verá tan normal como el desayuno o el cuento que le contamos. Para ello lo mejor es predicar con el ejemplo y aplaudirle cada vez que lo haga. Y es que no hay nada mejor que unos dientes sanos para disfrutar de una infancia saludable.
Los dientes de leche más madrugadores son los incisivos. Entre 6 meses y 1 año. Los primeros dientes pueden ser un motivo de llanto. Lo normal es que su aparición venga acompañada de dolor y sensibilidad en las encías, que se inflamen y enrojezcan.
Los dientes de leche hay que tratarlos con mucho mimo, pues ocupan el mismo sitio que los dientes definitivos. Si se pierden antes de tiempo pueden salir los definitivos torcidos y si las bacterias campan a sus anchas, la caries puede adueñarse del alguno de ellos y propagarse al diente definitivo que aún se encuentra escondido.
La boca de los bebés requiere un cuidado especial. A partir de que salgan los primeros dientes, tras cada comida una gasa o toallita humedecida en suero o agua será la encargada de limpiar dientes y encías. Hay que asegurarse de que está tomando suficiente flúor. También hay que evitar ponerle azúcar o miel en el chupete y en los alimentos.
Hasta los 3 ó 4 años, ellos no son capaces de limpiarse los dientes por si mismos. Hasta entonces, les concienciaremos de no comer entre horas y no abusar de bebidas azucaradas y alimentos dulces. Hay que acostumbrarles a merendar fruta o pan y darles un dieta rica en vitaminas, minerales, calcio y fósforo.
A los 2 años y medio aproximadamente ya Tienen 20 dientes de leche y sería la hora de acudir al dentista.
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