Aunque existen una pautas comunes en el desarrollo para un mismo intervalo de edad, no quiere decir que todos los niños evolucionen de la misma manera. Cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo.
En los dos primero años de vida del niño, el desarrollo cognitivo, afectivo, psicomotor, social... está estrechamente ligado a su desarrollo físico y a su capacidad de movimiento, cada vez más autónoma. El desplazamiento y la palabra son dos elementos fundamentales en la vida de los pequeños de dos años.
Desarrollo afectivo-social
Los primeros años están marcados por la necesidad de afecto, jugando el apego (vinculación afectiva intensa) un papel fundamental. En el segundo año, el niño es capaz de utilizar el lenguaje oral para comunicarse y esto consolida esta vinculación afectiva.
Este año viene también marcado por el egocentrismo, es decir, por el interés por la posesión y por la propiedad de las cosas y las personas. Los pequeños intentan satisfacer sus deseos y ven en peligro todas sus posesiones, que son las que les proporcionan placer y diversión. Es importante que los padres regulen estas conductas egocéntricas, que evitan darles todo lo que pidan y que compensen las acciones generosas que muestren, creando situaciones de participación y cooperación a través de los juegos (a esta edad les gusta jugar junto a otros niños, aunque juegan individualmente).
Poco a poco comienzan a darse cuenta que son algo más independientes, que pueden hacer cosas solos. Imitan las actividades de sus padres en sus juegos.
Es una etapa marcada por las rabietas, que se desencadenan cuando no consiguen algo que quieren y por los conflictos entre sus deseos de independencia y la necesidad que tienen del adulto. Se obstinan en hacer las cosas ellos solos y se aferran a sus caprichos. Insisten para intentar conseguir lo que quieren. Lloran, se quejan, tiene pataletas. Frente a este comportamiento, los padres deben entender que son conductas normales y que hay que consentirlas, ser pacientes, mantener los límites y no darles grandes explicaciones ni castigarlos. No se debe usar el chantaje ni el miedo para controlarlas. Una vez que se hayan calmado, hay que hablar con ellos sobre lo mal que lo han pasado y sobre lo inadecuado de su comportamiento, siempre con cariño.
Poco a poco irán comprendiendo lo que pueden y no pueden hacer, lo que está prohibido y lo que no. Se ríen contagiosamente y muestran síntomas de simpatía, comprensión, modestia o vergüenza. Pueden realizar pequeños encargos y empiezan a colaborar en tareas relacionadas con la higiene, la alimentación y el vestido. Al final del año, son capaces de expresar sus sentimientos, deseos y problemas.
Para que los niños adquieran conductas adecuadas, deben asumir algunas normas de disciplina, razonadas por el adulto, que sean capaces de entender.
Desarrollo del lenguaje
El desarrollo del lenguaje va a depender de diferentes factores: madurez, estimulación que recibe del exterior, experiencias, desarrollo neurológico... A esta edad se inicia la comunicación verbal, que va a estar condicionada por la dentición, la alimentación, la imitación... además de por otros aspectos ambientales.
El niño se encuentra en una etapa conocida como telegráfica, caracterizada principalmente por la retención y omisión de algunos elementos. Se produce un gran desarrollo del habla en la que, en un principio, se mezcla la propia jerga (su peculiar forma de hablar) con las palabras bien dichas.
Durante el primer semestre del segundo año, habla consigo mismo mientras juega o realiza cualquier actividad. Utiliza el pronombre personal "yo", "tu", "él" y construye pequeñas frases negativas con el "no". Es capaz de nombrar algunos objetos de su entorno que se le señalan (silla, mesa) y algunos objetos representados en imágenes. Habla solo aunque nadie le esté escuchando. A lo largo del segundo semestre su nivel de comprensión mejora. Le gusta escuchar y que le cuenten cuentos y empieza a verbalizar las acciones que realiza (saltar, dormir, correr, peinarse). Comienza a conjugar los verbos, entiende algunas preposiciones (sobre, bajo), algunos adverbios (encima, debajo, antes, después) y utiliza algunos posesivos.
Al final del segundo año el vocabulario ha aumentado considerablemente y los pequeños son capaces de expresarse con bastante fluidez. La familia puede favorecer y estimular el desarrollo del lenguaje y la expresión oral de los niños de diferentes formas: nombrando objetos, convirtiendo en frases las palabras que el pequeño dice, hojeando cuentos, viendo juntos la televisión...
Desarrollo psicomotor
Podemos considerar el desarrollo psicomotor como la base del desarrollo de las demás áreas en el crecimiento del niño (cognitivo, del lenguaje, emocional, social...).
A los 2 años el pequeño está en la etapa del movimiento, de ir de un sitio a otro, ya que, en la mayoría de los casos, no tiene dificultad en la marcha y se producen grandes progresos en el control postural.
Durante el primer semestre será capaz de, entre otras acciones: manipular pequeños objetos, pasar las páginas de un libro, mantener la cuchara en posición correcta mientas se la lleva a la boca, arrojar objetos al aire, correr tras el balón dando puntapié, tocar las palmas mientras oye música, bailar, abrir y cerrar grifos y cremalleras, imitar golpes, garabatear y realizar trazos horizontales y verticales, imitar determinadas posturas, saltar, subir y bajar escaleras, actuar con mayor precisión en las actividades manipulativas de carácter fino...
Durante el segundo semestre, se producen muchos progresos. El niño ya tiende a utilizar una sola mano y sostiene bien el lápiz con los dedos. Es capaz de realizar actividades de ensartar bolas en un hilo y de transportar objetos frágiles. Además: tiene más control en el equilibrio, recorta utilizando las tijeras, traza líneas rectas y curvas con el lápiz, sus juegos con los encajables son más complejos, es capaz de permanecer quieto y atento ante la televisión y otros espectáculos, corre y salta de manera más coordinada, baila al son de la música, es capaz de andar de puntillas, etc.
Desarrollo cognitivo
Hay una estrecha interdependencia entre el desarrollo mental y el psicomotor. Es muy frecuente que el niño hable mientras actúa, al tiempo que ejecuta lo que dice.
Durante este periodo, va a ir desarrollando su capacidad para utilizar símbolos en sus pensamientos y acciones y manejará conceptos como edad, tiempo y espacio. Además, desarrolla su capacidad para representar internamente los objetos y fenómenos y es capaz de expresar sus sentimientos y deseos, de predecir las relaciones causa-efecto y de representar objetos ausentes.
Durante este año, el niño ha ampliado su memoria, recordando hechos que sucedieron hace días, y puede memorizar rimas cortas, aunque su capacidad de atención sea poca. Muestra gran curiosidad por todo lo que le rodea y tiene un gran afán por saber, por conocer su entorno u por imitar lo que hacen los adultos. distingue algunos colores, algunas intensidades, tamaños y formas.
Poco a poco el pequeño empieza a imitar trazos circulares, verticales y horizontales. Va siendo más autónomo en algunas de sus rutinas diarias (lavarse y secarse las manos, beber de un vaso si ayuda, utilizar el tenedor, desatarse los zapatos...) y es capaz de controlar sus necesidades corporales sintiéndose culpable si tiene algún accidente en el control de esfínteres diurno.
Empiezan los juegos imaginativos, imita animales, confunde la realidad con hechos fantásticos y empieza a participar en juegos de escenificación. A los dos años se desarrollan los sentimientos de gusto y aversión hacia otras personas. Tiene mucha capacidad para emitir juicios negativos dentro del plano de la lógica y puede distinguir diferentes objetos y clasificarlos en diversas categorías (animales, plantas...). En definitiva, es un año de mucha importancia para su desarrollo intelectual.